Desde hace algunos meses nuestras vidas han sido sometidas a un cambio abrupto
e inesperado, que nos ha obligado a realizar prácticas diferentes a las cotidianas, tanto en
lo personal como en lo laboral. Estas prácticas han llevado a las personas y las empresas a
cuestionar muchas creencias y llevarnos a ver las cosas de otra manera. Indudablemente
el cambio de percepción que esto está provocando, apunta a que aún con la pandemia
controlada, la vida no volverá a ser igual, ni en los hogares, ni en las empresas.
Ante lo expuesto, surge la pregunta: si la vida no volverá a ser como antes del
COVID-19, entonces, ¿cómo será? La respuesta nadie la tiene aún con certeza. Creemos
que esa nueva realidad se irá dibujando paulatinamente, pero lo que sí sabemos es que
será, indudablemente, más llena de tecnología. Particularmente en las empresas se
empiezan a visualizar señales inequívocas de esa adopción tecnológica en sus modelos de
negocios: home office, automatización y robotización de plantas productivas, masificación
de ofertas educativas on-line y on-demand, virtualización de expedientes, crecimiento de
las ventas on-line, etc.
Y aunque estas tecnologías no son nuevas, aún quedan muchas empresas que
necesitan adoptarlas para poder sobrevivir. Pero, por otro lado, esa percepción de la
tecnología como herramienta fundamental dará paso a que crezcan tecnologías
emergentes como la inteligencia artificial, tecnologías inmersivas, drones, manufactura
3D, entre otras. Más aún dará la pauta para tecnologías que, al día de hoy, no existen. La
competencia empresarial estará determinada en buena medida por el nivel de
digitalización que esta tenga.
Esta necesidad de las empresas de adoptar tecnología en su modelo de negocio
para incrementar su competitividad, lleva a la dos reflexiones relacionadas, la primera es:
¿estoy listo, desde el punto de vista tecnológico, para adoptar más y nuevas tecnologías?
En un estudio de la consultora IDC, menciona que una de las principales causas de fracaso
de la digitalización de las empresas es la falta o la deficiente infraestructura tecnológica
con la que cuentan. En futuros blogs, hablaremos de las bases tecnológicas que creemos
indispensables para que las empresas puedan digitalizarse.
Y la segunda reflexión implica la ley universal de riesgo vs rendimiento. A mayor
beneficio espero de algo, mayor riesgo conlleva. La tecnología no es la excepción. Es
indispensable que las empresas piensen en la tecnología, pero en la misma medida deben
pensar en los riesgos que involucra. Para muestra tenemos el incremento de ataques y
amenazas de ciberseguridad asociados al trabajo remoto. En otros blogs hablaremos de
todos los temas de ciberseguridad asociados a la pandemia y en otro adicional, a los
riesgos cibernéticos de las tecnologías emergentes.
Óscar Ibarra Carrillo
Director General
SISA Consultores