La creatividad humana es enorme, pero si la IA llega a un punto donde pueda rebasarnos, sin límites, sin descanso y sin condicionamientos, podría modificar nuestra manera de pensar.
En días pasados, representantes de 28 naciones se reunieron en la Cumbre sobre Seguridad en Inteligencia Artificial (IA Safety Summit 2023); el evento tuvo como anfitrión al Reino Unido y contó con la participación de líderes mundiales, políticos, empresarios, investigadores, especialistas y ejecutivos de la industria.
Entre los primeros consensos podemos acotar que es necesario diseñar y profundizar en un marco regulatorio extendido y coincidente a nivel mundial, dedicar recursos a la formación de especialistas en seguridad, diseñar sistemas de protección de datos, analizar y evaluar todos los escenarios de riesgo y establecer organismos o institutos de estudio, supervisión y control especializados en IA.
En un amplio espectro de posturas y puntos de vista, las conferencias, discursos, debates y presentaciones resultaron por demás interesantes y aunque por un lado se dio cuenta de las enormes ventajas, posibilidades y grandes oportunidades que las diversas aplicaciones tecnológicas de la IA traen consigo, se hizo énfasis en los riesgos potenciales derivados de su mal uso.
Entre las conclusiones de la reunión, podemos mencionar el uso repetitivo de términos como “catastrófico”; “altamente peligroso”; “riesgo desconocido” y “seria advertencia para actuar” si no se toman medidas globales urgentes, inmediatas y concretas (esos discursos ya los conozco sobre el cambio climático).
Fue obvio también que -aunque se incluyeron las acotaciones sobre los riesgos laborales, discriminación y derechos humanos- los mayores peligros van mucho más allá y plantean grandes retos para el mantenimiento de la democracia, la estabilidad financiera, seguridad nacional, justicia, salud, educación, cultura y desarrollo social.
Sin duda, la confirmación de que este es un tema que requiere una acción conjunta y que representa un área de interés para la agenda global es una clara señal de que es imprescindible prepararse para todo tipo de contingencias y las preocupaciones manifestadas por diversas organizaciones sociales tienen fundamento.
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Regular la IA fue una necesidad declarada como evidente, imperiosa y prioritaria, en que graduación y hasta donde para no impedir su evolución natural fue la interrogante que quedo para futuras reuniones que seguramente se harán ya regulares y consecutivas.
Es que -en efecto- los especialistas coinciden en que la IA puede cambiar, alterar y hasta deformar la realidad del mundo en que vivimos en todos los órdenes y en todos los sentidos, es la puerta al futuro, al universo, al conocimiento, la tecnología y la ciencia mas allá incluso de donde hubiera podido llegar la imaginación humana.
Los panelistas abrieron todo tipo de tópicos y también pusieron en la balanza la oportunidad única de atender muchas de las crisis que nos aquejan mediante la aplicación de la IA. Implicaciones en materia de mercadotecnia, política, psicología social, control de masas, influencia; se mencionaron temas como noticias falsas, adoctrinamiento, subordinación, populismo, sectarismo, enajenación y sumisión, por ejemplo.
Si bien prevaleció la mesura y sobriedad, algunos expertos hicieron planteamientos que resultaron alarmantes. Existe el grave riesgo de que el crimen organizado, grupos terroristas o hasta individuos puedan desarrollar armas, sistemas o herramientas con las cuales sus capacidades para espiar, atacar o atentar contra la humanidad sean ilimitadas.
Apremios y señalizaciones severas se pusieron sobre el riesgo que existe si se llegara a aplicar la IA para desarrollar sustancias ilícitas adictivas con todas sus terribles consecuencias sociales, económicas y de seguridad pública.
Bacterias, virus, parásitos genéticamente modificados, armas biológicas capaces de poner de rodillas a los gobiernos ante la amenaza de una pandemia generalizada sin capacidad de respuesta médica suficiente. Las industrias de la salud y farmacéutica representan áreas con enormes posibilidades para la IA pero al mismo tiempo de mayor cuidado para la estabilidad mundial.
Aunque todo tipo de empresas podrían verse beneficiadas por la IA, pues se podrían crear materiales, equipos, componentes, alimentos y bebidas innovadoras, mejores, más accesibles y de forma más eficiente, también pueden surgir quienes puedan copiarlo todo haciendo muy difícil distinguir entre las mercancías y bienes legítimos y la piratería.
Los mercados financieros y los sistemas bancarios se ponen a temblar cuando se habla de todo lo que la IA podría hacer. Prácticamente, mercados, monedas, tasas, valores, comercio, intercambio y todo un sistema económico mundial en tiempo real sin limitaciones ni regulaciones, flujos enormes de mercancías, activos y propiedades libres e independientes que podrían llevar a un colapso globalizado.
Ni hablar de ciberseguridad ante todo tipo de fraudes, estafas, extorsiones; suplantación y robo de identidad que se quedan cortos ahora que tu voz, imagen, gestos y movimientos pueden ser replicados casi de manera imperceptible (y por lo tanto usados ilegalmente).
La creatividad humana es enorme, pero si la IA llega a un punto donde pueda rebasarnos, sin límites, sin descanso y sin condicionamientos podría modificar nuestra manera de pensar, influir de manera furtiva y subrepticia en nuestra preferencias, gustos, inclinaciones, opiniones, emociones, actitudes y conductas.
Corporaciones que podrían convertirse en auténticos superpoderes y condicionar el destino de las mentes y voluntades, pasar de acopiar, controlar vender datos e información a forjar activos sobre la identidad de las personas y comercializarla a su antojo, tal concentración de poder no es admisible pero factible.
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